Con eso de que hoy es miércoles, pero de semana de exámenes, nadie se apuntó para ir a ver Milk conmigo. Total, dije, voy a ir sola al MMCinemas que está aquí luego luego en Revolución y voy a ir a la función temprano para que no haya tanta gente y no, no me da pena porque soy una persona de mundo, y si a la mera hora me da pena ps me escondo abajo de mi rebozo y ya.
Pero dije «voy a tomar una siesta primero porque comí demasiado» y a la mera hora me ganó el sueño y ya no fui al cine y bla. Sean Penn me tendrá que esperar.
Lo peor del caso es que tuve un sueño de lo más escalofriante. Soñé que iba precisamente al cine con una amiga, pero que a la mera hora nos dábamos cuenta de que el cine estaba dentro de una casa privada y como que nos daba cosa y terminábamos deambulando por todos los cuartos de la casa tratando de buscar la salida y por angas o mangas nos robábamos algo en el camino a la salida (ni recuerdo qué, pero el hecho era que nos robábamos algo). Total que para nuestra suerte, iban pasando dos muchachonas por ahí, y resulta que nos vieron que salíamos de casa ajena con algo robado y nos dijeron que nos la iban a hacer de pedo y tal. Fue tal la presión de las metiches que corríamos como alma que lleva el diablo para que no nos atraparan y nos acusaran, y nos dábamos cuenta que no teníamos ni idea de para dónde quedaban nuestras casas. Y para terminar de joderla: Corríamos y corríamos y corríamos y al final terminábamos de nuevo en frente de la casa lugar-de-los-hechos, una escena digna de un sueño diabólico. Al final nos llevaban a algo como una heladería donde estaba la dueña de la casa y nos acusaban, y la dueña decía que ella de todas maneras ya sabía pero que había decidido no hacernos nada porque ese día le había pasado algo muy bueno y quería regresarle lo bueno al mundo (o una mafufada New Age del estilo). Pero (sí, ¿pueden creerlo?, el sueño todavía no termina, pero ya mero) resultaba que las viejas metiches a huevo nos querían joder de algún modo y nos habían robado nuestras bolsas y no nos dejaban salir de la heladería. Total que para mí eso era la gota que derramaba el puto vaso y la paja que rompía la puta espalda del camello, y agarraba a la que tenía mi bolsa de las greñas y le decía con mi voz más mortífera «O me das mis cosas en dos segundos o te voy a meter una paliza que te va a doler toda tu vida.» Malosa malosa la Maky de sueños.
Nos daban nuestras cosas y salíamos corriendo de nuevo y encontrábamos el camino a casa y en eso me llegó un mensaje al celular y desperté y ya no supe si había más del sueño o si ya había acabado.